martes, junio 6, 2023

“LA BALLENA” o LA INCAPACIDAD de COMUNICAR los AFECTOS

Por donde comienzo, ¿por el principio o por el final?
Se sabe que es una obra de teatro de la cual se inspiró el director, por lo cual el escenario o locación será uno solo. Pero eso no la convierte en teatro filmado. ES UNA PELICULA CON LENGUAJE ESPECÍFICO AUDIOVISUAL con los recursos que el teatro construye con el cine retroalimentándose mutuamente.

Mejor será hacerlo práctico… LAS ACTUACIONES.
Son contrapuntos de interpretación, de juego dramático, de cargas pesadas de los personajes. Se los siente, se los palpita, en sus frustraciones y en sus densidades o imperfecciones o crueldades.
Lo que propició ARONOFSKY (New York. 1969) con el lenguaje que aborda, es el PRIMER PLANO que alguna vez estudió Angel Faretta como teoría, el detalle y los matices de las expresiones, potenciado por la composición musical. Y así se comporta la cámara: es el espectador que descubre o un partícipe de las situaciones.

La gran virtud es que nada está subrayado: los tonos, los registros, los diálogos, los cruces de humanismo o de oscuridad interna están muy bien articulados (pensado así, en otras palabras) y aquí es el guión y su fuente.
Esto es… verlo a BRENDAN FRASER (1968) con sus 270 kgs. desgarrándose impiadosamente con su andador o comiendo lujuriosamente; o a su cuidadora en HONG CHAU (Tailandia. 1979) ironizando su condición y protegiéndolo a sus espaldas, o a la hija en SADIE SINK (Texas. 2002) exigiendo con cinismo y crueldad lo que el padre jamás puede dar y, por último resumiendo, verla a la inglesa SAMANTHA MORTON (1977), con la satisfacción que produce su presencia, en la esposa incriminándole lo arrebatado de su relación pasada.

Todo tiene humanidad, todos la poseen y les cuesta sacarla, mirarla, y admitirla. ¿Por eso accionan atacando? De ello se nutre el filme, de las INCAPACIDADES flotando.
Al apuntar sin trabas estos conflictos es evidente la cualidad de la escritura, al igual que el desarrollo y sutileza que le dotó ARONOFSKY en el cuerpo del armado, y también juegan los acentos de esa refinadísima composición de ROB SIMONSEN (St. Louis. 1978) y … de intensas, sutiles e inmensas actuaciones:
BRENDAN FRASER es el centro de todas las miradas, imposible no hacerlo porque es el imán, tal cual los premios, y se agradece que haya ojos de ternura, de lamentos, de resarcimientos, de la fugacidad de un tiempo pasado.
Pero en derredor descubrimos perfomances de grandes como en el teatro. No incide en nada el previsible y, casi cliché del final, con el crescendo musical para la emoción, esta construida sobre bases sólidas que permiten esa licencia y ¿porque no hacerla?

Nos remite a “EL PADRE”, 2020, de Florian Zeller, por hablar de similitudes recientes o a la joya “ESCENAS DE UN MATRIMONIO”, 2021, serie de Hagai Levi. y festejamos el cine.

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