El maestro argentino Lalo Schifrin, nacido como Boris Claudio Schifrin en Buenos Aires el 21 de junio de 1932, falleció el 26 de junio de 2025 en Los Ángeles a los 93 años, víctima de complicaciones derivadas de una neumonía.
Trayectoria memorable
Grammy y Oscar: Ganó cuatro premios Grammy y recibió seis nominaciones al Oscar por obras como Cool Hand Luke, The Fox, Voyage of the Damned, The Amityville Horror y The Sting II. En 2018 recibió un Oscar honorario por su carrera.
Temas icónicos: Su tema de Mission: Impossible, en compás 5/4, se convirtió en un ícono cultural e ingresó al Grammy Hall of Fame. También compuso los temas de Mannix y bandas sonoras inolvidables como Bullitt, Dirty Harry, Enter the Dragon, The Amityville Horror y la saga Rush Hour.
Jazz de pura cepa: Fue pianista y arreglador para Dizzy Gillespie —de hecho compuso la suite Gillespiana— y trabajó con leyendas como Count Basie y Sarah Vaughan.
Música con trascendencia: Escribió fanfarrias como la de Paramount (usada entre 1976 y 2004) e incluso la música del cierre del Mundial 1990 con los Tres Tenores, un éxito de venta mundial.
Fusión cultural constante: Su obra mezcló jazz, ritmos latinos, música clásica y electrónica, logrando una sinergia única que inspiró a generaciones futuras; fue incluso sampleado por Portishead y Heltah Skeltah.
El final de una era
La noticia fue confirmada por sus hijos, William y Ryan, que anunciaron que su padre falleció en un hospital de Los Ángeles, rodeado de su familia. Schifrin deja un legado inmenso: era sobrevivido por su esposa, Donna, sus hijos Ryan, William y Frances, y varios nietos.
Su fallecimiento marca el adiós a uno de los compositores más influyentes del siglo XX y XXI, cuyas melodías definieron paisajes cinematográficos, melodías televisivas y momentos históricos en el deporte.
Reflexión final
Con Lalo Schifrin se extingue un puente maestro entre el jazz y el cine, la Argentina y Hollywood, la sinfonía y la serie de culto. Su música seguirá sonando —del legendario du-du-du-du de Mission: Impossible a los acordes llenos de tensión de Bullitt o la atmósfera oriental de Enter the Dragon— por siempre vigente.
Un adiós cargado de emoción: gracias por la banda sonora de tantas vidas.




